El último “caviar”
Sutil, suave, fino, con gusto a la últimas hojas del otoño, a montaña: todos estos matices se condensan en los cuatro milímetros que mide un huevo de caracol, un ingrediente en boga que ha llamado la atención de los paladares más sibaritas. Su producción es muy laboriosa; su origen, ancestral -los griegos y los romanos ya lo consumían-, y su precio, caro: los 50 gramos alcanzan los 90 euros en el mercado.
Según la leyenda, los huevos de caracol tienen poderes afrodisíacos, de ahí que se conozcan también como perlas de Afrodita.Esta denominación se usa cada vez más porque el término caviar no se puede aplicar a este producto, ya que está registrado para referirse únicamente a las huevas de esturíon.
Los huevos de caracol son demandados por la alta restauración despues de que chefs como Ferrán Adrià los hayan puesto de moda. Pero no sólo los cocineros investigan con este ingrediente, también lo hace la industria. Este año verán la luz nuevos productos: un paté de huevos de caracol al cava (la bebida que mejor marida con este alimento), una mousse al Pedro Ximenez y bombones de huevo de caracol. Las posibilidades de este lujoso ingrediente parecen infinitas y la cocina es un arte vivo que se reinventa cada día.
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