Es el perfecto ejemplo de lo que es un buen exponente de la rioja clásica, traido de la mano de Bodegas Olarra. Tras un excelente re-estreno, con un diseño de botella y etiqueta más adecuado a los nuevos tiempos, un mayor trabajo con la fruta y algo más de carnosidad, pero sin perder la redondez y complejidad de una esmerada crianza de 20 meses en barrica, sigue siendo el reserva “de libro” que puede satisfacer a la perfección a cualquier amante de Rioja. Esta añada es amable en todo, amable y grata es su complejidad, y amable y sedoso es su paso de boca. Tal vez por las excelentes condiciones de la año, esta añada nos ofrece mas cuerpo y vida.